miércoles, 23 de agosto de 2023

Dicen que estoy “chalao”.

 


Comentario radial y escrito.

 

 

 

 


 

Dicen, que se hace necesario volver a pedir ayuda profesional.   

Pronuncian que no es normal que todo lo que mire lo haga por una misma cerradura y aro.  

Que tengo delirio de persecución. 

¡Eso dicen! 

¿Será cierto? 

¡No lo sé! 

Tampoco sé, si es sano o no, andar, asociando, amarrando, lo que  mi intelecto ha podido almacenar, apilar, las indignas formas de vivir, de la inmensa mayoría del habitante, de su inexplicable sobrevivir. 

No quiero morir tantas veces, por eso asocio, comparo, me escondo, desenvuelvo mi honda. 

Me obligo a gritar que lo que permitimos hoy, lo viviremos mañana. 

No me puedo sacar de la cabeza una escena cinematográfica, la expresión de asombro de un habitante de la sabana africana, al recoger una lata de Coca-Cola caída desde un avión. 

Hay vivencias que me hacen llorar, otras me las invento por la necesidad de vivir,  otras por reír; una gran cantidad de ellas me hacen confiar, buscar hermanas, hermanos, querer a mi pueblo; admirar su intelecto que se desarrolla en la gran mayoría de él, para buscar mejores tierras y fogones. 

Mis calendarios son como los salmones; me devuelvo terco, pero mirando los orílleos para no olvidar nada; más tarde, me devuelvo cerro abajo, buscando, liudando muy cachuo.  

Me obligo a no meterme las manos en los bolsillos, me olvido a veces, me obliga a pedirle a mi compañera que me los "costuree" 

No es raro sentir así. 

En los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1973, multiplicado por 34, me cambiaba de vereda si en sentido contrario venía un conocido. 

Ahora ando peor / Por si las moscas. 

Los cómplices de los sepultureros hacen nata por todos lados.  

La idiosincrasia de mi paisito, de otras naciones del cono, los transforma en diositos extraños. Crean odios por todos lados, confunden, nadie los ve llegar. Al llegar, ya es tarde. Miren usted lo que pasa en Argentina, quieren igual que Menen, dolarizar la pobreza. Y me dicen a mi chalao.  

Me gusta mi locura. 

Llevo algunos meses fuera de casa y país, pero no fuera de la vorágine de la injusticia social, del insulto profano al intelecto humano.  

Ese estar me obliga a contar. 

En la playa estaba, los niños jugando en su gloria, el griterío hacía bailar a gaviotas y palomas, el mar, la sal, me  llevo a mi Caldera, a la Playa brava, puta que brava; me dejo mozo en el rio Copiapó, rio que reposaba cerca de la Escuela de Minas, me dejé llevar y cante en el faro de la Serena, enamorado en las 4 esquinas.  

De un tirón me dejo en las rocas de Santo Domingo y de un arrebato vanidoso a poto “pelao” en Caleta Portales me dejo. 

Esta vez, en el Mediterráneo, guata al sol flotando, vi a una familia jugando alrededor de esos animalitos inflables, me llamó la atención el porte del cisne, grande el cisne; no era un cisne, asombrado tragando agua y risa un camello me dejo. 

De la risa la hebra se enredó. 

A los pueblos del mundo nos hacen tejer una misma tragedia, una inmensa tragedia por nacer ahí, allá, acá… Además de robarle el fruto que florece con su trabajo, les arrebatan la tierra en donde se aposentan columnas y tijerales de los hogares.   

“Chemimare”: Geopolítica le llaman.

Si el sentido común es superado por ignorancia y codicia, los infiernos se desatarán y la ira del conocimiento destruirá Europa, Asía, África. 

No sé qué pasara en América, pero si sé, que los yanquis, llevaran por siempre su dignidad inmunda por aceptar, mantener al capital y empujar la muerte a terreno ajeno. 

El camello jugando con niños tuvo la culpa. 

Me llevo a la Primera Guerra Mundial.  

Me asomé por el Cairo, por Damasco, por Beirut, Palestina, Irak.  

Turquía me miro amistoso.  

Era ya tarde para gritarles a los niños del FATAH, era tarde para gritar, es mentira. Se trata, de lo contrario, de desunir.  

Ay Arabia, donde dejaste el misterio del agua. Que pasara con tu arena cuando tu sable pase en banda. 

Ay Arabia, tus siglos de peregrinos primarios, no vieron los bolsillos del Imperio Inglés en un soldado que llego por codicia de otros a ser Coronel.  

No sintieron a un extraño Thomas Edward Lawrence. 

Las religiones, los imperios no existen para unir a los pueblos, no, existen para aislarlos, dejarlos vulnerables, simples, ansiosos de recibir ayuda. 

Miren a Arabia Saudita, miren sus túnicas de Yemen. Me duele África maldecida, encontraron primas para mantenerla esclava, colonizada y con inciensos parricidas. 

El camello tiene la culpa. 

Me enrostro con el petróleo y con los estrechos.  

Dime Rubén Darío, ¿qué paso con tu estrecho…? 

El Petróleo y los Estrechos, eran, son, lo que es hoy, el litio. 

Años atrás, en Estocolmo, en un aula, no cabía ni una Abuja, todos querían ver y escuchar a la ministra de Educación de Afganistán. 

El interés era enorme. 

Paso un tiempo, me dieron por tarea organizar por toda Suecia una gira con artistas soviéticos. Querían hablar de paz. 

En cada localidad que actuaban, obligadamente, tenía que salir a las calles para pedirles a un grupo de “Izquierda” que terminaran de gritar. “Unión Soviética, fuera de Afganistán”. 

La cuestión es muy re triste. 

El mundo entero ha dejado al pueblo afgano a merced de la misoginia brutal. Asocio por maldición, un encuentro diplomático entre talibanes y diplomáticos en Oslo. Las representantes del pueblo afgano en el encuentro pidieron asilo de inmediato. 

Los noruegos le pusieron harto color, como color le pone Jens Stoletenberg, secretario General de la OTAN al conflicto Ucrania/Rusia. 

Esos gritos de guerra, esas ideas hegemónicas, mentalidades nazistas, encofraron y desarrollan el crimen de lesa humanidad que sufre la mujer y las niñas en ese infierno creado por el Imperio gringo.


Alejandro Fischer Alquinta 

20230820