El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Politicos del
Departamento de Difusión del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren,
CEILER, rinde homenaje al escritor Rolando Carrasco.
Carlota Espina
Editora
ROLANDO CARRASCO MOYA
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Un correo
fechado el jueves 27 de marzo de 2014 me trajo una mala noticia: ha muerto
Rolando Carrasco, escritor, camarada, amigo y estafeta.
Explico esto
último. Entre septiembre de 1962 y marzo de 1963 estuve estudiando en Moscú.
Antes de partir me instruyeron en el sentido de que toda correspondencia desde
y hacia Moscú debía hacerse a través de Praga. Y me dieron el nombre de un
compañero que no conocía: Rolando Carrasco,
que era corresponsal de El Siglo en la capital de Checoslovaquia. Fue así como mi entonces desconocido camarada
me sirvió de enlace con mi compañera.
Rolando
Carrasco Moya había nacido en Santiago en 1929. Como periodista de prensa y
radio trabajó en distintos órganos de prensa y emisoras.
Militante
del Partido Comunista. Trabajó en Praga y Moscú como corresponsal de El Siglo.
Al
producirse el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973 era responsable de la
radioemisora “Luis Emilio Recabarren” propiedad de la Central Única de
Trabajadores de Chile. Fue detenido ese mismo día, junto con su compañera Anita
Mirlo, mientras estaba en su puesto de director de la radio. Lo condujeron al
Ministerio de Defensa, de ahí al Estadio Chile. Después al Estadio Nacional.
Más tarde a los campamentos de
Chacabuco, Tres Álamos, Ritoque y posteriormente de nuevo a Tres Álamos.
Durante dos años vivió como prisionero de guerra, para ser luego lanzado al
destierro.
Estando en
el exilio, en septiembre de 1976, la Organización Internacional de Periodistas,
en su VIII Congreso reunido en Helsinki,
premió a Rolando Carrasco con la Medalla de Oro “Julius Fucik”.
Rolando
Carrasco escribió un libro que es un objetivo reportaje de lo vivido mientras
fue prisionero de guerra. Su título es “Prigué”.
Recordemos
como describe lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973:
“Quedábamos tres emisoras
populares en el aire, Magallanes, la Radio IEM, del Instituto de Extensión
Musical de la Universidad de Chile y nosotros, la radio de la CUT, Luis Emilio
Recabarren. Las demás de izquierda dejaron de transmitirminutos antes bombardeadas
sus plantas por los rockets de los Hawker Hunter...
“Silenciaron la radio IEM, Magallanes y nosotros nos
mantenemos en el aire. Repetimos el llamado de la CUT. ‘Permancer en sus
lugares de trabajo’. Intercalamos el Himno de la CUT.
‘Aquí va la clase obrera
hacia el triunfo
querida compañera.
Y en el día que yo muera
mi lugar lo ocupas tú’...
“Hay trabajadores en la Plaza de la Constitución pidiendo armas.
Llamado de la planta.
-
Compañeros, vuelven los aviones. ¿Bajo el equipo de
emergencia?
-
Déjelo funcionando y aléjese. Partió el relevo.
Tiroteo en los alrededores.
Nuestra ubicación en el piso trece nos permite ver el Palacio de La Moneda.
Puertas y ventanas permanecen cerradas.
En el mástil flamea la bandera presidencial. Allí no se rendirán.
En el edificio vecino, el del Instituto de Extensión Musical de la
Universidad de Chile, suenan disparos. A su costado se encuentra el diario ‘El
Mercurio’. Caen vidrios quebrados a la calle.
Las emisoras más potentes de
la izquierda siguen calladas, Corporación y Portales.
Pero Magallanes se mantiene.
Posee buen alcance. Repite el discurso de Allende que escuchamos
fragmentariamente. Nosotros nos mantenemos en el aire por casualidad...
“Hay tanques rodeando La
Moneda... Quebrazón de vidrios en nuestro edificio. Cerramos las persianas
metálicas. Balacera generalizada en el centro. Abajo, en la calle, soldados
disparan hacia el Palacio de Gobierno.
Magallanes sigue en el aire.
Transmitía Ravest, ahora lo hace Sepúlveda.
La cadena de emisoras de la
Junta lee bandos. Repite amenazas. Regirá toque de queda. Nadie debe venir al
centro. Marchas militares.
-
Seguiremos en el aire todo lo que podamos,
anunciamos.
Podemos poco. Silencian la
planta. Le dieron a nuestra antenita de repuesto. El magneto directo no contesta...
“Temblor. Explosión abajo.
Como si hubieran derribado la puerta del edificio con dinamita. Caen vidrios
rotos. Ordenes, Tableteos. Desde la Alameda humean disparos... Caen trozos de
enlucido. Permanecemos agachados en los estudios, salas de control, los demás
sentados en el suelo con las espaldas afirmadas a las puertas de los
ascensores. Los vidrios de las oficinas también desaparecen desparramándose
hacia la calle y los escritorios. Algunos impactos dan en la consola. Pierde
velocidad el disco del Himno de la CUT. Engruesan las voces que cantan.
Alargamiento gomoso:
‘y el día que yo mueraaa, mi luugaaaarrr...!
Después el silencio. Sólo los disparos. Únicamente las
explosiones. Nada más que el retumbar del cañoneo. Exclusivamente las
ametralladoras
Inactivos nos miramos las
caras. Y entonces comenzamos a comprender la situación, el peligro...”