Yo no sé cuándo ni cómo, el árbol se enrieló en el monte, como coronta
granada de un choclo maduro, no lo se… pero conozco que en la tierra del león
chileno, Panguipulle, un alerce, era testigo de un parimiento…
Marta Amaranto Torres nacía por el sur…
Por donde se vistió rebelde, no lo sé, tengo amigos que la conocen desde el
tiempo del agua, agua del Calle, Calle…Tranqueo los pasos de Gladys, de
Guillermo… es mujer de discusión y mecha corta… yo le digo negra fea, cuando es
hermosa como laguna, como chocolate de esmeraldas, como carbón…
Dice estar “a pate con la vida”… ha querido, la han querido, orgullosa esta
de sus hijos… les fabrico el comienzo de los surcos… esta “ a pate con la
vida”… se canta por ser de amaranto…
Yo, viejo comunista, me agrando conociéndola… ella tiene que irse…
De una u otra manera venció al fascismo, sigue luchando contra el imperio…
pero el enemigo que tiene ahora es muy grandazo, cobarde, traidor… hace daño,
duele…
Le pedí permiso para decir estas cosas, para decirle que la quiero, que la
admiro… que en nombre de mi partido la saludo… Se merece sentir en vida, el
amor de un poncho inmenso en la que ella fue un “punto” en este tejido que no
quedara vacío, al contrario… el hacer que melga su vida levantó hilos… cientos
de nudos, de alerce, de Canelo…
Martuca... un saludo.
Te quiero.
Alejandro Fischer Alquinta.
Desde la tierra del león imaginario. 2017 08 06