Comentario radial.
Con el instinto de sobrevivir,
nosotros, los humanos, nos desarrollamos intelectualmente, gracias, a una
curiosidad tan inmensa, “tan de, yo puedo”, que, hoy en día, los más pudientes,
están calculando la posibilidad de sobrevivir a una hecatombe nuclear.
Estoy hablando de 200.000 años de
existencia, de conocimientos en forraje, de una curiosidad, cada vez más
complicada e inhumana.
El jueves pasado, 1 de mayo,
vitoreamos el día del trabajador, de ese habitante, de esa habitante, que hace
del trabajo, la dignidad de vivir, de esos que, hacen todas las cosas que nos
rodean, incluso nuestros sueños.
Imagínense ustedes, España, sufrió
por primera vez en su historia de país, un apagón eléctrico en todo su
territorio, el caos fue grande; Isabel Diaz Ayuso, presidente de la Comunidad
de Madrid, exigía al gobierno central, que aclarara, ya, las causas del
siniestro, manifestando: “España es un país de luz, y, que no puede quedarse a
oscuras ante los ojos del mundo”
¡Puta que bonito!
Sin embargo, en plena pandemia por
el virus, en las residencias para ancianos, morían abandonados a su suerte, más
de 2.700 inquilinos de la tercera edad. No eran enviados a los hospitales para
no colapsarlos; total, iban a morir igual.
Y en mi paisito, Henry Leal,
diputado de la derecha, miembro de la comisión para la paz y el entendimiento
en la zona sur en conflicto, dice, que: No puede haber entendimiento cuerdo y
duradero en el tiempo, si no se indemniza como corresponde a las víctimas, y,
que, además, no se reconozca, el terrorismo organizado, en contra de todos los
chilenos.
Cierro los ojos, y, se me asoma
Caupolicán, tronco al hombro, pensando quizás:
“Puta, el ojito que tengo”
No soy tan viejo ni tan joven
tampoco, y, que, me ría y llore por nuestra propia ignorancia, de nuestra
incapacidad de ir evolucionando cognitivo, y, que, nos invite a seguir
bailando, aunque tu pareja este por los suelos acribillado a balazos.
No alcanzamos a los velorios y ya
estamos, robotizados en otro desafío al servicio del capital.
No es racional que el gobierno
sionista de Israel aplique un holocausto contra un pueblo que crecieron
juntos…Y más aún, que los países denominados desarrollados, colaboren con la
infamia, vendiendo armas con la mano derecha y con la izquierda trafican
plástico y cuero, para proteger el algoritmo de la muerte.
A lo que hemos llegado.
Los libros que nos traen las
bitácoras de ayer, podemos saber que uno nacía libre o esclavo.
Ser de la nobleza, viene
originaria de los primeros vivarachos de mecha corta, altaneros y agresivos. Y
tan arraigada está esta fuente, que todavía tenemos representantes con esas
virtudes sanguíneas y celestiales. Por ejemplo: España, Noruega, Dinamarca,
Suecia, Bélgica, Inglaterra, Países Bajos y unos más de oriente.
Los que, hasta por ahí no más,
nacieron libres, fue cosa del cara o sello. Fue como jugar al “luche”.
Para sobrevivir bien, tenías que
ser un excelente “busca vida” y, sobre todo, ser “como hacha para los
negocios”.
Y ser eslavo, pucha que era
triste.
Para entenderlo mejor, era, es,
como son, hoy en día, el pobrerío.
Para bajarle el perfil a esa
ignominia de ser pobres que conlleva a la posibilidad de ser esclavo, nos
enredamos y nos justificamos con Espartaco, con Criso.
Sócrates, decía que la esclavitud
a veces era justa, necesaria. Aristóteles, aseguraba, que hay individuos que
son incapaces de reaccionar y rebelarse ante su paupérrima condición social,
ellos, son esclavos por naturaleza.
Me siento privilegiado existir en
este tiempo que existo, agradezco infinito a los habitantes que conocí, que me
conocieron; agradezco a los que me ayudaron a mirar, a pensar, a reflexionar la
vida. Entiendo y respeto a los que tienen a Jesús de amigo. Yo, lo veo gigante,
guasca en mano, echando a los mercaderes del Templo.
¡Ay, Jesús!
Los mercaderes se metieron por tu
puerta trasera, agrandaron tu casa y te esconden en ella. Te matan todos los
días, para vitrinear piadosos, tu pan y tu vino; te pasean en tu cruz clavado,
como se pasea Donald Trump por todo el mundo.
Hay una máxima, que ayuda a
entender, que, a pesar de 200.000 años de existencia, la miserable pobreza,
material y espiritual, de intelecto, nos sigue como mosca en matadero.
“El rico domina sobre los pobres,
y, el que toma prestado, es siervo del prestamista”
Lloren mi pueblo lindo de
Argentina, con ese prestamito recibido de 151.000 millones de dólares por el
fondo monetario internacional.
Puedo asomar otra verdad que duele
y atora. “Vivimos una civilización en la que la inmensa mayoría de los
habitantes nacen libres, pero, en un viraje, quedan esclavos de los bancos.
Me siento privilegiado saber de
Marx, de Engels, de Lenin, de Gramsci, de Necochea, de Clotario.
Me siento privilegiado saber de
Fidel, del Tío Ho, de Camilo Cienfuegos, de Ernesto. Me siento privilegiado de
saber y aprender todos los días con Luis Emilio, con Julieta, con Amanda, con
Gladys.
Y el privilegio, es una miga de
pan, que busca un bienestar de vida para el habitante.
Pero, ese bienestar es imposible
llevarlo a cabo, cuando el riquerio, venga de adonde venga, con sus armas
esclavizantes como son los bancos, o las empresas trasnacionales y nacionales,
controlen desde las sombras, las finanzas y lo político de un país.
Y no solamente las finanzas, sino,
parte del poder político, que no es elegido por el pueblo.
Para cambiar esto, tenemos que
construir una nueva constitución. Una Constitución que prohíba tajante, que,
unos pocos se hagan ricos a costa de la miseria del pueblo trabajador. Como las
AFP, por ejemplo.
El poder público, siendo dueño de
los medios estratégicos de producción puede, indudablemente, ir limpiando
nuestra sociedad de los mercados corsarios, al servicio del gran capital.
Urge levantar nuevas estructuras,
vistiendo a la democracia con su auténtico significado.
“Existe democracia, cuando el
poder político, lo ejerce el pueblo y para el pueblo”.
Alejandro Fischer Alquinta
Estocolmo/ 20250504