Ayer se cumplieron 77 años del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, “TRIBUNO DEL PUEBLO”.
Lo recordamos en el Boletín Rojo, a tráves de un escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas.
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
En 1906 se construyó el
ferrocarril de la costa colombiana, conectando Santa Marta y Ciénaga
(Magdalena). Por entonces, se estableció en el país la compañía estadounidense
United Fruit Company para la explotación
bananera.
Colombia tuvo gobiernos
conservadores, hasta el triunfo de los
liberales en las elecciones presidenciales de 1930.
JORGE ELIÉCER GAITÁN, “TRIBUNO DEL PUEBLO”
Nació en Cucunubá (Cundinamarca, Colombia), el 23 de enero de
1898, hijo de una educadora y de un librero.
En 1920 comenzó sus estudios de
Leyes en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de
Colombia. Obtuvo su título de abogado en 1924 con su tesis “Las ideas
socialistas en Colombia”. Viajó a Italia donde se incorporó a la Real
Universidad de Roma.
Regresó a la patria en 1928. Fue
elegido representante en la Cámara. Desde allí denunció la masacre de los
trabajadores de las bananeras del Magdalena en la estación de Ciénaga.
La valiente denuncia de ese
crimen, cuidadosamente ocultado por los medios de comunicación de entonces, le
valió a Gaitán el título de “tribuno del pueblo”.
LA MASACRE DE CIÉNAGA
El 12 de noviembre de 1928, los 10
mil trabajadores de la United Fruit
Company iniciaron una huelga, debido al trato inhumano que recibían de sus
explotadores. No era el primer
movimiento reivindicativo de esos obreros. Ya habían paralizado sus labores en
1918 y 1924. Siempre recibieron el
desprecio y el desconocimiento tanto de la
empresa extranjera, como de los
gobernantes conservadores.
Ahora, en la tarde del 6 de diciembre de 1928,
después de casi un mes de huelga, corrió el rumor que el gobernador de
Magdalena se reuniría con ellos en la estación ferroviaria de Ciénaga. Los
obreros, con sus familias, acudieron en
masa a la esperada entrevista con el primer funcionario del gobierno
conservador de Miguel Abadía Méndez (1926 – 1930) que se disponía a hablar con
ellos. El tren con el gobernador no llegó, pero sí las balas asesinas, que
dejaron más mil muertos, miles de heridos y cientos de detenidos.
LA HUELGA Y LA MATANZA EN “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”
El notable escritor colombiano
Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, en su
famosa obra “Cien Años de Soledad” relata:
“LA HUELGA GRANDE ESTALLÓ. Los
cultivos quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de
ciento veinte vagones se pararon en los ramales...
José Arcadio Segundo...“entonces
se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por
tambor de galeones hacía trepidar la tierra. Su resuello de dragón multicéfalo
impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. Eran pequeños,
macizos, brutos. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza
macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del
páramo...
“La situación amenazaba con
evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las
autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en
Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia
llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto...
“Hacia las doce, esperando un tren
que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños,
habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban
en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras...
“Un poco antes de las tres corrió
el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La
muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército
se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de
ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio”. (Leyó
un Decreto que) “declaraba a los
huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a
bala. Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de
protesta, un capitán sustituyó al
teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de
que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.
-Señoras y señores -dijo el
capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco minutos para
retirarse.
La rechifla y los gritos
redoblados ahogaron el toque del clarín que anunció el principio del plazo. Nadie
se movió.
-Han pasado cinco minutos –dijo el
capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego...
El capitán dio la orden de fuego y
catorce nidos de ametralladoras les respondieron en el acto... Una fuerza
sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo estallaron en el centro
de la muchedumbre con una descomunal fuerza expansiva... (Gabriel García
Márquez: “Cien Años de Soledad”. La Habana, 1969, páginas
Los datos sobre la masacre de 1928
en Colombia hacen recordar lo ocurrido en Chile en la Escuela Santa María de
Iquique en 1907.
LÍDER DE LOS LIBERALES
En 1930 los liberales ganaron las
elecciones presidenciales. En 1931, Gaitán fue elegido presidente de la Cámara
de Representantes. Paralelamente ejerció como docente de la cátedra de Derecho
Penal de la Universidad Libre, de la cual fue nombrado su Rector.
Su
tenaz oposición al monopolio de la tierra, le ganó el amplio apoyo del
campesinado.
En 1933 fundó la Unión Nacional
Izquierdista Revolucionaria (UNIR), que
disolvió para vincularse al Partido Liberal, donde planteó la necesidad
de una reforma agraria.
Fue nombrado Alcalde de Bogotá,
llevando a cabo importantes reformas sociales. Otro tanto hizo, al ser
designado Ministro de Educación en 1940. Entre sus obras estuvo una gran
campaña de alfabetización.
En junio de 1945, en una
Convención del Partido Liberal, Gaitán
fue propuesto como candidato a la Presidencia de la República. Pero los
dirigentes de derecha del Partido
impusieron a Gabriel Turnay.
Gaitán no aceptó esa resolución. Y
lanzó su candidatura para los comicios del 5 de mayo de 1946. La división de
los liberales permitió el triunfo del abanderado conservador Mariano Ospina
Pérez. Después de 16 años de gobiernos liberales, los conservadores volvían al
poder.
Gracias al enorme esfuerzo
desplegado por Gaitán, en las elecciones parlamentarias del 16 de marzo de 1947
vencieron los liberales. En el Senado 73 liberales y 58 conservadores; en la
Cámara de Representantes: 34 liberales y
29 conservadores.
El 24 de octubre de 1947 Jorge
Eliécer Gaitán fue proclamado jefe único del Partido Liberal y designado candidato para las elecciones
presidenciales de 1950.
Gaitán inició de inmediato su
campaña electoral trabajando junto a las masas populares, ganándose el cariño,
respeto y apoyo de ellas.
“Gaitán – escribe Eduardo Galeano,
escritor y periodista uruguayo- es jefe el Partido Liberal, pero es también su
oveja negra. Lo adoran los pobres de todas las banderas... La voz de Gaitán
desata al pueblo que por su boca grita. Este hombre pone al miedo de espaldas.
De todas partes acuden a escucharlo, a escucharse, los andrajosos, echando remo
a través de la selva y metiendo espuela a los caballos por los caminos. Dicen
que cuando Gaitán habla se rompe la niebla en Bogotá; y que hasta el mismo san
Pedro para la oreja y no permite que caiga la lluvia sobre las gigantescas
concentraciones reunidas a la luz de las antorchas.
El altivo caudillo, enjuto rostro
de estatua, denuncia sin pelos en la
lengua a la oligarquía y al ventrílocuo imperialista que la tiene
sentada en sus rodillas, oligarquía sin vida propia ni palabra propia, y
anuncia la reforma agraria y otras verdaderas que podrán fin a la larga
mentira...”
EN LA VÍSPERA
Eduardo Galeano relata: “En la
plácida Bogotá, morada de frailes y juristas, el general Marshall se reúne con
los cancilleres de los países latinoamericanos...
El general Marshall resiste
impasible, con los audífonos pegados a las sienes, el discurserío que arrecia. Sin
mover ni los párpados, aguanta las larguísimas profesiones de fe democrática de
muchos delegados latinoamericanos ansiosos por venderse a precio de gallo
muerto, mientras John McCloy, gerente del Banco Mundial, advierte:
- Lo lamento señores, pero no he
traído mi libreta de cheques en la maleta...
Mientras cancilleres y doctores
claman, proclaman y declaman, la realidad existe. En los campos colombianos se
libra a tiros la guerra entre conservadores y liberales; los políticos ponen
las palabras y los campesinos ponen los
muertos...”
ASESINATO DE GAITÁN Y EL “BOGOTAZO”
El líder liberal aparecía como
seguro vencedor de las elecciones de 1950. Organizó en febrero de 1948 la Marcha
del Silencio por el centro de
Bogotá. Durante dos horas una multitud desfiló, sin emitir sonido, en defensa
de la vida y en protesta por los
asesinatos de varios liberales perpetrados en diferentes puntos del país por
Gobierno conservador.
El 9 de abril de 1948 Gaitán se
reunió con un grupo de partidarios en su
despacho. Salieron a almorzar a las 13 horas. En ese momento se acercó un
hombre al líder liberal y le disparó
tres balazos que lo dejaron gravemente herido. Sus amigos lo trasladaron a la
Clínica Central. Allí el médico Pedro Eliseo Cruz procedió a efectuarle una
transfusión de sangre. Estaba en ello cuando falleció Jorge Eliécer Gaitán.
Mientras tanto, las personas que
habían presenciado el feroz atentado persiguieron al criminal, gritando
“Asesinaron al doctor Gaitán, cojan al asesino”. Un policía intentó proteger al
sicario de la multitud. Introdujo a Juan Roa Sierra, así se llamaba el asesino,
a una droguería. Hasta allí llegó la gente que, furiosa, mató a golpes al
sicario.
No hubo dudas que detrás de Roa
Silva estaba la mano de la reacción. Estalló una insurrección popular en
Bogotá, que luego se extendió a otras ciudades de Colombia, contra el gobierno
del conservador Mariano Ospina Pérez, a
quien exigían la renuncia. Esta insurrección se conoce con el nombre de
“bogotazo”
El saldo fue: varios cientos de
muertos y heridos, la destrucción de parte central de la capital y el inició de
una nueva etapa caracterizada por el recrudecimiento de la violencia a nivel nacional...
LA INSURRECCIÓN SEGÚN EDUARDO
GALEANO
“El pobrerío, brotando de los
suburbios y descolgado de los cerros, avanza en tromba hacia todos los lugares,
huracán de dolor y de la ira que viene barriendo la ciudad, rompiendo
vidrieras, volcando tranvías, incendiando edificios:
- ¡Lo mataron! ¡Lo mataron!
Invaden el centro de Bogotá las
ruanas indias y las alpargatas obreras, manos curtidas por la tierra o por la
cal, manos manchadas de aceite o de lustre de zapatos, y al torbellino acuden
los changadores y los estudiantes y los camareros, las lavanderas del río y las
vivanderas del mercado, las sieteamores y los sieteoficios, los buscavidas, los
buscamuertes y los buscasuertes: del torbellino se desprende una mujer
llevándose cuatro abrigos de piel, todos encima, torpe y feliz como una osa
enamorada y como un conejo huye un hombre con varios collares de perlas en el
pescuezo y como una tortuga camina otro con una nevera a la espalda... Bogotá
es una inmensa fogata y el cielo una bóveda roja...
Tres tanques encabezan la
embestida contra el palacio presidencial. Los tanques llevan gente encima,
gente agitando banderas y gritando el nombre de Gaitán, y detrás arremete la
multitud erizada de machetes, hachas y garrotes. No bien llegan al palacio, los
tanques se detienen. Giran lentamente las torretas, apuntan hacia atrás y
empiezan a matar pueblo a montones...
“Suenan los últimos tiros. La
ciudad arrasada por el fuego recupera el orden. Al cabo de tres días de
venganza y locura, el pueblo desarmado vuelve al humilladero de siempre a
trabajar y tristear.
El general Marshall no tiene dudas. El bogotazo ha sido obra de
Moscú. El gobierno de Colombia suspende relaciones con la Unión Soviética”.
UN REPORTAJE DE GARCÍA MÁRQUEZ
El escritor colombiano trabajó como
periodista entre finales de 1957 y comienzos de 1959. En ese período
escribió muchos reportajes, los que fueron reunidos y publicados en 1975, en Barcelona,
bajo el título de “Cuando era feliz e indocumentado”
En uno de ellos, titulado “Su
primera experiencia: ‘El Bogotazo’”,
relata un hecho poco conocido:
“...Cuando el pueblo bogotano se
lanzó a la calle en una demoledora explosión de cólera por el asesinato de su
caudillo máximo, dos muchachos cubanos que se encontraban allí por casualidad
participaron en la acción popular. ‘Eran dos muchachos entusiastas, espigados,
vestidos con chaqueta de cuero’, recuerda un político colombiano que en esa
ocasión los conoció de manera accidental. Movidos por el fervor democrático,
ellos trataron de orientar la desenfrenada cólera de la muchedumbre hacia un
objetivo preciso: el poder. Un grupo de políticos liberales que los encontró en
la mañana del 10 de abril preparando a las brigadas callejeras para atacar un
cuartel, los disuadió de su temeridad. ‘Ayer hubiera sido posible –les
dijeron-, ahora no, la situación ha cambiado’.
Les hicieron ver el nido de
ametralladoras emplazado en la azotea del cuartel:
- Contra
eso no resistirán veinte minutos.
El más alto de los dos, cuyo rasgo predominante era la arqueada nariz
ósea, pareció reflexionar y desistió de la temeraria acción.
Nunca más se supo de ellos. Pocos
días después, los periódicos convirtieron a esos dos muchachos en una leyenda. Se
habló de dos cubanos que, según se decía, habían comandado el ‘bogotazo’. Se
llegó a decir que incluso en el hotel donde se hospedaban el detectivismo decomisó un plan minucioso
del asesinato de Gaitán. La verdad es que los dos muchachos cubanos,
estudiantes, habían llegado a Bogotá a fines de marzo, con el propósito de
asistir a un congreso estudiantil. Ante la explosión popular no habían podido
contener su entusiasmo y se habían lanzado a la calle, como lo hicieron tantos
demócratas extranjeros residentes en Bogotá: exiliados de Santo Domingo,
estudiantes de Venezuela, mexicanos, perseguidos del peronismo.
Sólo ahora –concluye su reportaje
Gabriel García Márquez- olvidada la leyenda de los dos cubanos que se mezclaron
a la multitud bogotana el 9 de abril de 1948, se conoce la identidad de unos de
ellos, el más espigado, sereno y decidido, era Fidel Castro.”
(Gabriel García Márquez: “Cuando
era feliz e indocumentado”. Barcelona, 1975, páginas 120, 121 y 122)
LA ENTREVISTA QUE NO SE REALIZÓ
La ya mencionada Novena Conferencia Panamericana se inició el 30 de marzo de 1948. En ese
evento, que se prolongó hasta el 2 de mayo, nació la OEA (Organización de
Estados Americanos) y los países participantes se comprometieron a luchar
contra el comunismo.
La delegación de Estados Unidos,
encabezada por el general Marshall,
traía como principal propósito que se declarara al comunismo fuera de la
ley. Y lo logró.
La OEA, fundada el 30 de abril de
1948, se transformó en un pilar de la guerra fría y de la campaña anticomunista
a nivel continental, un fiel instrumento de la política del imperialismo
estadounidense.
Paralelamente a la Novena Conferencia, como réplica a ella y
en protesta contra la intervención de Estados Unidos en varios países de
América Latina, se realizó en Bogotá un
Congreso Latinoamericano de Estudiantes, en que participó Fidel Castro.
Al saber éste, que el dirigente popular más importante
de Colombia era en
ese momento Jorge Eliécer Gaitán, le solicitó una entrevista. Esta quedó acordada
para las dos de la tarde del 9 de abril de 1949. Pero, a las 13,05 de ese día
fue asesinado el líder colombiano.
DEL BOGOTAZO A LAS FARC
Con el asesinato de Gaitán,
desapareció el único hombre que, en ese momento, interpretaba el descontento
popular en Colombia. Se abrió una
etapa de tierras arrasadas y de un
brutal enfrentamiento entre el gobierno conservador y la oposición.
Contra esa política terrorista,
que ya tenía años, comenzó -de manera
espontánea- la resistencia popular. Especialmente brutales fueron las acciones en Casanare y el
Meta. Ello obligó a sus habitantes a armarse y a actuar en grupos.
Un sector de la dirección nacional
del Partido Liberal resolvió promover acciones civiles y militares contra el
gobierno. Se acordó una insurrección
para el 27 de noviembre de 1949, lo que fue informado a los oficiales
comprometidos y a los dirigentes liberales. Hubo una contraorden. Esta no llegó
al capitán Alfredo Silva, quien se tomó la guarnición de Villavicencio. Cuando
conoció la nueva situación, no supo qué hacer. Les pidió a sus hombres que se
desplazaran a Puerto López. Allí surgió un
improvisado jefe popular, Eliseo Velásquez, “Cheíto”, quien asumió la
jefatura de esa guerrilla
Pronto se multiplicó la lucha
por los llanos orientales. Todos
sus habitantes se alzaron en armas contra el gobierno
conservador. Combatían guerrillas liberales y comunistas.
En junio de 1953 se produjo el
golpe militar del general Rojas Pinilla. Se decretó una amnistía. Un total de
6.500 guerrilleros liberales se entregaron con sus armas. Previamente, la
dirección del Partido Liberal había ordenado su desmovilización.
Las guerrillas comunistas no se
entregaron. Contra ellas cayó la represión. Hubo un período de lucha por la
supervivencia. Después, surgieron las
Fuerzas Revolucionarias en varias regiones, con un Comando General Guerrillero.
Años después, en 1964, ya
extendidas por todo el país, se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), con un secretariado, encabezado por su fundador, el líder campesino Manuel
Marulanda Vélez. Su verdadero
nombre era Pedro Antonio Marín y había
nacido en Génova, Colombia, el 12 de mayo de 1930. Dirigió a las FARC durante
44 años, hasta su muerte ocurrida el 26
de marzo de 2008.
En el año 2017, las FARC
abandonaron la lucha guerrillera y se transformaron en partido político con el
nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común