Se cumplieron 60 años desde cuando el 3 de octubre de 1965, en su
reunión constitutiva surgiera el nuevo Partido Comunista de Cuba y el Comandante
Fidel Castro dio lectura a la carta de despedida de Ernesto Che Guevara.
HACE 60 AÑOS:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Cuando el 3 de octubre de 1965, en
su reunión constitutiva surgió el nuevo Partido Comunista de Cuba, muchos de
los militantes del antiguo Partido Comunista (Partido Socialista Popular)
integraron el nuevo Comité Central (de 114 miembros), el buró político y el
Secretariado, ocupando importantes cargos y/o puestos dentro de la dirección
política, administrativa, sindical y masiva del pueblo cubano, convirtiéndose
muchos de ellos en figuras claves de la nueva dirección del país y del nuevo
Partido Comunista. Entre ellos Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña,
Juan Marinello, Zoilo Marinello, Flavio Bravo, Ursino Rojas, Juan Taquechel,
Severo Aguirre, Agapito Figueroa, y muchos otros.
Desde muy joven Raúl Castro militó
en la Juventud del antiguo Partido Comunista, (P. Socialista Popular), mucho
antes del asalto al Cuartel Moncada y la
lucha guerrillera de Sierra Maestra.
CARTA DE DESPEDIDA DEL CHE GUEVARA
En esa reunión del 3 de octubre,
Fidel Castro leyó la carta de despedida de Ernesto Che Guevara. Su texto es el
siguiente:
“Habana
"Año de la Agricultura"
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas
cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste
venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a
quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos
golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se
triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del
camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos
dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su
territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos
en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de
comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de
otra clase que no se pueden romper como
los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida
pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para
consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no
haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no
haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de
revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de
pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del
Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me
enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu
manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios. Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer
lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora
de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla
de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo
más querido entre mis seres queridos... y dejo un pueblo que me admitió como su
hijo: eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla
llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la
sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el
imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier
desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba
de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega
la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento, será para este
pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu
ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos.
Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra
revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la
responsabilidad de ser revolucionario cubano y como tal actuaré. Que no dejo a
mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea. Que no
pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y
educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a
ti y a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden
expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas. Hasta la
victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor
revolucionario Che”.