Hace 68 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren,
CEILER
El viernes 4 de octubre de 1957,
me encontraba haciendo clases en el Quinto Humanidades del Liceo de Nueva
Imperial. Era la primera hora de la tarde. Golpearon la puerta de la sala. Se
abrió y entró Herman Pérez, profesor de Matemáticas y Física, militante
socialista. Sin saludarme, me dijo
emocionado:
- Recién informó la radio que la
Unión Soviética lanzó hoy exitosamente un satélite artificial... Juntémonos hoy
a las 20, frente al liceo para verlo pasar. Los alumnos aplaudieron. Los más
felices eran los siete militantes de las Juventudes Comunistas de ese curso.
El resto de la tarde se desarrolló
bajo el impacto de la noticia, que en minutos fue conocida en todo el
establecimiento. Comentarios, preguntas, opiniones sobre el histórico
acontecimiento.
Esa noche, no sólo nosotros dos
con el colega Pérez, estábamos frente al
liceo. Éramos varias decenas de personas: profesores, alumnos, vecinos.
Habían venido todos los militantes
del Partido y de las Juventudes Comunistas.
Eran las 20 horas y el cielo
estaba raramente muy despejado. Brillaban las estrellas. El colega Pérez
explicaba algunos detalles técnicos.
Esperábamos expectantes: queríamos
contemplar con nuestros propios ojos el primer artefacto enviado por el hombre
al espacio.
Un alumno de sexto humanidades fue
el primero en verlo:
- ¡Ahí va, ahí va!, exclamó
jubiloso. Es como una estrella que se mueve lentamente.
Estalló entonces el grito
colectivo: ¡Ahí va!, ¡Ahí va! Y también
los aplausos y los vivas al sputnik y a la Unión Soviética. Rompimos la
campesina calma de esa noche de Nueva
Imperial. Pisoteamos la Ley Maldita.
Seguimos con la mirada el
majestuoso caminar del viajero espacial
por el firmamento del sur de Chile.
Vi lágrimas en los ojos de viejos camaradas, en los del carpintero
Samuel Salas y en los del zapatero remendón Heriberto Muñoz. Estaban felices y
emocionados.
La velada del lunes 7 de octubre
de 1957 del Centro Pablo Neruda, de las Juventudes Comunistas, fue inolvidable. Hubo canciones dedicada a la
Unión Soviética. El coro hablado fue preparado con versos de Neruda que
hablaban del primer país socialista de la historia.
Mi charla versó sobre el mismo
tema. El colega Herman Pérez entregó antecedentes sobre el primer satélite
artificial de la tierra:
- Es una esfera muy pulida de
aluminio, de
Lo más notable de esa velada del 7
de octubre de 1957, fue el número de fondo. Cerca de las 22 horas, las decenas
de personas que repletábamos el salón
del Centro Pablo Neruda, salimos a la calle para observar, una vez más, el paso victorioso del primer sputnik
soviético por el cielo de Nueva Imperial.