A 498 años de la ejecución de Tomás Münzer:
ALEMANIA SIGLO XVI: IGLESIA, REFORMADORES Y MASACRE DE CAMPESINOS
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El 27 de mayo de 1527, hace
498 años, Tomás Münzer tras ser
torturado cruelmente, fue ejecutado. Pagó con su vida haber sido un
revolucionario, leal hasta la muerte, con los campesinos pobres.
ALEMANIA HACIA EL SIGLO XVI
A comienzos del siglo XVI Alemania había adquirido notable desarrollo.
Ya en las dos centurias anteriores hubo un importante crecimiento de la
industria y del comercio. Otro tanto ocurrió con la producción de materias
primas. Pero su población era aún muy escasa y el país estaba fragmentado
políticamente. A medida que decaía el imperio
feudal, se descomponía la unión
de Alemania. Surgieron príncipes con gran independencia y autoridad.
Habían salido de la alta nobleza y disfrutaban de todos los derechos de
soberanía. La Iglesia tenía gran poder económico y éste era patrimonio de su
jerarquía feudal, que formaba parte de la aristocracia: obispos, arzobispos,
abades, priores y demás prelados. Los predicadores del campo y de las ciudades
-frailes y monjes- componían el sector plebeyo de la Iglesia y estaban
excluidos del goce de sus riquezas.
LAS CIUDADES Y CLASES SOCIALES
En las ciudades el poder estaba en
manos de las familias patricias. Eran las más ricas y controlaban el Ayuntamiento. La oposición
burguesa la formaban los burgueses ricos y medios, como también una parte de la
pequeña burguesía. También existía una oposición plebeya: burgueses venidos a menos y una multitud de vecinos sin
derechos ciudadanos: oficiales,
jornaleros y numerosos brotes del
lumpenproletariado (“proletariado andrajoso”).
Al lado de los restos degenerados
de la vieja sociedad feudal y corporativa, empezaba a manifestarse el elemento
proletario –todavía poco desarrollado- de la naciente sociedad burguesa.
Pero la gran masa de la nación
eran los superexplotados campesinos.
LOS BANQUEROS
En 1515 fue nombrado arzobispo
de Maguncia, Albrecht de Brandenburgo, convirtiéndose en un
príncipe de alta importancia. Pero el nuevo arzobispo tenía sólo 24 años de
edad y para el cargo se requería tener a lo menos 30. Ese “detalle” se podía
solucionar con dinero. Para ello recurrió al banco de la familia Fugger por un
préstamo. Los fúcares, como les llamaban los españoles, habían fundado en
Augsburgo, Alemania, la primera entidad
financiera del mundo denominada banco.
Uno de los fúcares, Jacob II (1459 – 1525), facilitó
el dinero con que el rey español Carlos I pudo cohechar los votos que
en 1519 le permitieron ganar las elecciones que
lo transformaron en el poderoso
emperador Carlos V. En 1530, los
Fugger solicitaron a éste la
autorización para conquistar Chile. El Emperador, que se encontraba endeudado
con ellos hasta la corona, accedió. Pero a última
hora los banqueros germanos se arrepintieron.
De no haber sido por así, estaríamos los chilenos hablando alemán.
LA VENTA DE LAS INDULGENCIAS
Las “indulgencias” eran una forma impuesta por la Iglesia para
obtener el perdón de pecados. Con el correr del tiempo había ido cambiando el
modo de lograr ese perdón.
Anteriormente, en el siglo XI, bastaba con participar en esas guerras de
conquista impulsadas por la Iglesia, conocidas con el nombre de Cruzadas.
También se lograba ese mismo efecto enviando a un criado en su lugar o pagando
cierta suma de dinero.
Volvamos al caso de Albrecht de Brandenburgo, en el siglo XVI. La corte papal, previo pago de una elevada cantidad de dinero por parte de
éste, confirmó su nombramiento como arzobispo. Pero le puso como condición que
durante ocho años los territorios bajo su jurisdicción (Maguncia, Magdeburgo y
Brandenburgo) enviarían a Roma el total
del producto de la venta de las indulgencias, que habían sido decretadas por el
Papa León X para la construcción de la
basílica de San Pedro.
UN GRAN ESCÁDALO
Albrecht cumplió. Pero se dejó
para sí cerca del 50% de lo recaudado, para saldar con ello su deuda con los Fugger.
La venta de las indulgencias se constituyó en un gran escándalo. Juan Tetzel, un simple monje dominico de Pirna,
puso tanto entusiasmo en ese
negocio, que pronto se convirtió en el
encargado papal para las indulgencias. Su
excesiva dedicación hizo que, en abril de 1517, muchos habitantes de Witemburgo se
trasladaran a Jüterborg, pueblo ubicado al otro lado de la frontera sajona con Brandenburgo. Esto para escapar
de los sacerdotes vendedores de
indulgencias, que no estaban autorizados para ingresar a Sajonia.
LUTERO Y LOS BURGUESES REFORMISTAS
Martín Lutero (1483 – 1546) se
opuso a la venta de las indulgencias. Era profesor de filosofía y moral en la
Universidad de Wittenberg. Se cuenta que el 31 de octubre de 1517 clavó en las puertas de la Iglesia del Castillo
de esa ciudad sus 95 tesis en contra de la práctica de la venta
de indulgencias.
Por entonces, Alemania se dividía
en tres campos bien definidos: el católico o reaccionario, el revolucionario y
el burgués reformista. A este último representaba Lutero. Era portavoz de una
burguesía que emergía en lucha contra el régimen feudal. En este primer
período, utilizando toda la vehemencia
de su temperamento de campesino vigoroso, exclamaba: “Si la furia de los curas romanos
siguiera, me parece que sería el mejor consejo y remedio atajarla por la
violencia, armándose reyes y
príncipes para atacar a esta
gente dañosa que al mundo entero envenena, y acabar con ella por las armas, no
con palabras. ¿No castigamos a los ladrones con espada, a los asesinos con garrote,
a los herejes con el fuego? ¿Por qué no atacamos pues a estos maestros de la
perdición cual son papas, cardenales, obispos y toda la gentuza de la Sodoma
romana? ¿Por qué no los atacamos con toda clase de armas y lavamos nuestras
manos en su sangre?”.
LUTERO TRAICIONA A LOS EXPLOTADOS
Como señala Federico Engels en su obra ‘La Guerra de los
Campesinos en Alemania’, “es evidente
que todo ataque general contra el feudalismo debía primeramente dirigirse
contra la Iglesia, y que todas las doctrinas revolucionarias, sociales y
políticas debían ser en primer lugar
herejías teológicas”.
Cuando en 1517 Lutero
atacó por primera vez el dogma y las instituciones de la Iglesia
católica su posición no tenía un
carácter bien definido. En ese
momento necesitaba unir a todos
los elementos de la oposición. Debía representar a la totalidad de las herejías
frente a la ortodoxia católica. Pero ese
fervor revolucionario de los comienzos
no duró mucho. Sin embargo, el vehemente
llamado de Lutero encontró tierra fértil en las masas más explotadas, los campesinos. Estos, que constituían la
gran masa de la nación alemana, debían
soportar el peso íntegro de todo el edificio social: de los príncipes,
funcionarios, de la nobleza, frailes, patricios y burgueses.
Lutero pronto abandonó a los
elementos populares que formaban filas en
su movimiento reformista. Se
integró a la coalición de burgueses, aristócratas y monárquicos. Ya no lanzó
más arengas encendidas convocando a la guerra de exterminio contra Roma. Al
contrario. Sus dardos apuntarían ahora
en otra dirección.
TOMÁS MÜNZER, UN REVOLUCIONARIO
Muy distinta fue la conducta de
Tomás Münzer. Había nacido en Stolberg, Alemania, el 21
de diciembre de 1489. Su erudición teológica le valió pronto el título de
doctor y un puesto de capellán en un convento de monjas. En 1522 se hizo
predicador en Altestedt. Allí empezó a
reformar el culto. Suprimió totalmente el uso del latín antes que Lutero se atreviese a hacerlo
y permitió que la Biblia se leyera
entera. Organizó la propaganda en toda la región. Altestedt
se transformó en el centro anticlerical
popular de Turingia. Predicó la
violencia. Llamó a los príncipes sajones y al pueblo a la lucha armada contra
los curas romanos. Fue el valiente portavoz del partido revolucionario de los
campesinos y los plebeyos. Leal a ellos
hasta su muerte.
Tomás Münzer fue durante un
período seguidor de Martín Lutero. Después lo repudió y llegó a llamarlo
“doctor Mentiras”. Se separó entonces de la Reforma burguesa y se transformó en
agitador político.
La doctrina política de Tomás
Münzer procedía directamente de su pensamiento religioso revolucionario. Se
adelantaba a la situación social y política de su época. Lo mismo ocurría
con su teología, con relación a las
ideas y conceptos entonces en boga. Su
filosofía religiosa se acercaba al ateísmo; su programa político tenía afinidad
con el comunismo utópico. Estos brotes de comunismo expresaban los anhelos de
todo un sector de la sociedad alemana. Y desde que Münzer los formuló por
primera vez con cierta claridad, los encontramos en todos los grandes
movimientos populares.
LA GUERRA DE LOS CAMPESINOS EN ALEMANIA
Un acontecimiento puso a prueba a
los dos reformadores, al burgués y al revolucionario. Fue la guerra de los campesinos en Alemania.
La sublevación general de ellos se inició el domingo 2 de abril de 1525. Münzer
se puso a su cabeza.
EL “DOCTOR MENTIRAS”
Los sectores reaccionarios,
olvidando viejos rencores, se unieron en
una santa alianza “contra las bandas asesinas de campesinos ladrones”. Ahí estaban
burgueses y príncipes, nobles y
curas, el Papa y Lutero. Este último se
lanzó contra los sublevados exclamando: “Hay que despedazarlos, degollarlos y
apuñalearlos, en secreto y en público. ¡Y los que puedan que los maten como se
mata a un perro rabioso! Por esto,
queridos señores, oídme y matad, degolladlos sin piedad. Dejad que hablen los
arcabuces, sino será mil veces peor”. Así
predicaba ahora el “doctor Mentiras”, como lo apodó Tomás Münzer.
LA DERROTA DE LOS CAMPESINOS
Los príncipes y feudales, contando con ejércitos organizados, teniendo
caballería y cañones, vencieron a los
campesinos el 7 de julio de 1525. Los últimos focos de resistencia fueron exterminados el 25 de julio.
El más grandioso intento
revolucionario del pueblo alemán terminó
derrotado. En esos casi cuatro
meses de desiguales combates perecieron unos 130 mil campesinos. Luego,
se desató una cruel represión contra los sobrevivientes.
Tomás Münzer fue hecho prisionero,
torturado y ejecutado el 27 de mayo de
Martín Lutero falleció en su lecho el 18 de febrero
de 1546, cuando tenía 53.