6 de octubre de 1975:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Bernardo Leighton Guzmán, uno de
los principales dirigentes históricos de la Falange Nacional y la DC, supo
temprano el martes 11 de septiembre de 1973 que había comenzado el golpe.
Estaba en su casa de calle Martín de Zamora. Al
parecer era uno de los pocos dirigentes políticos de la DC que no sabía
el secreto. Ese día sería derrocado Salvador Allende y todo el poder militar y
policial buscaría un resultado inmediato sin detenerse ante el derramamiento de
sangre.
LAS DOS CARAS DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA
Eduardo Frei Montalva, que había
sido presidente de la República entre 1964 y 1970 y era entonces presidente del
Senado, lo sabía desde el día anterior. Por seguridad no estaba en su casa.
Tenía una buena red de informantes. Dos ex ministros de Defensa, Juan de Dios
Carmona y Sergio Ossa, dos generales poderosos, Oscar Bonilla y Sergio Arellano
y hasta un abogado hijo de Arellano, que estaría en el Ministerio de Defensa
para redactar bandos y declaraciones, eran algunos de los que estaban al
corriente. Desde su refugio, Frei seguía los acontecimientos.
Bernardo Leighton estaba
conmocionado. Era necesario defender la democracia y la Constitución como lo
hacía Allende. Su decisión fue rápida. “Tengo que ir a acompañar a Salvador a
La Moneda. Tenemos que dar un testimonio”, les dijo a unos pocos amigos que
habían llegado hasta su casa. Intentó salir pero fue contenido. Aumentaban los
disparos y se anunciaban ataques aéreos, lo más probable es que no se pudiera
llegar al centro de la ciudad. En las casas vecinas aparecían banderas de
triunfo. Bernardo Leighton tuvo que resignarse, pero comenzó a preparar el
texto que sería conocido en definitiva como la Declaración de los 13. Un grupo
pequeño que salvó el honor y la memoria de un sector de la DC que no apoyaba el
golpe y creyó hasta el último en una salida posible.
LA DECLARACIÓN DE 13 DEMOCRATACRISTIANOS
El 13 se septiembre se dio a
conocer la declaración firmada por Bernardo Leighton y los otros parlamentarios
y dirigentes. Se habían sumado tres o cuatro a los 13 iniciales. La declaración
comenzaba condenando el golpe. Su texto es recordado hasta hoy: “Condenamos
categóricamente el derrocamiento del presidente constitucional de Chile, señor
Salvador Allende, de cuyo gobierno por decisión de la voluntad popular y de
nuestro partido fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante
el sacrificio que hizo de su vida en defensa de la autoridad constitucional”. Y
también: “Los hechos que hoy lamentamos señalan que sólo en libertad,
sustentada por la mayoría del pueblo y no por minorías excluyentes, se puede
aspirar a la transformación humanista y democrática de Chile que constituye
nuestra meta y fortalece nuestra voluntad”.
En cambio, la directiva de la DC
apoyó el golpe fascista.
EXPUSO LA VERDAD SOBRE LO QUE SUCEDÍA EN CHILE
En noviembre de 1973, Bernardo
Leighton viajó con su esposa Anita Fresno a Europa, invitado por el Presidente
de las Unión de Juventudes Demócratas Cristianas de Italia, Gilberto Bunalumi,
a exponer sobre los sucesos que ocurrían en Chile. Así lo hizo. Pronunció
discursos en los que entregó su visión sobre la situación que se vivía en Chile
hasta antes de la dictadura del general Augusto Pinochet, régimen que –como
hemos visto- rechazó desde un comienzo.
Al disponerse a regresar al país en septiembre de 1974 la dictadura
publicó un decreto en que le prohibía el ingreso a Chile.
INTENTARON ASESINARLO JUNTO A SU ESPOSA
El lunes 6 de octubre de
Según documentos desclasificados
de la CIA, Delle Chiaie había contactado antes al agente de la Dirección de
Inteligencia Nacional (DINA), Michael Townley, y al cubano Virgilio Paz Romero
(un cómplice de Luis Posada Carriles), para preparar un atentado en contra de
Leighton. El ataque formaba parte de la Operación Cóndor.
NO PUDO CUMPLIR SU TAREA ANTIFASCISTA
Al día siguiente, Leighton fue
operado del cerebro para evitar que perdiera el habla. Pese a los esfuerzos
médicos, sus funciones cerebrales resultaron comprometidas de manera
irreversible, alternando momentos de lucidez con otros de olvido. Debido a
ello, no pudo poner en práctica el trabajo que tenía en mente realizar: reunir
a la diáspora política moderada contraria al régimen y hacer un frente común
con la izquierda. Anita Fresno, en
tanto, quedó parapléjica por el resto de su vida.
En 1978 se les permitió el ingreso
a Chile. Debido a su frágil salud, se retiró a la vida privada.
Falleció en la capital chilena a
las 4.30 horas del 26 de enero de