Querida compañera, querido compañero:
Mañana 3 y pasado mañana 4 de
febrero se cumplen 98 años de la masacre en la oficina salitrera de San
Gregorio, perpetrada por tropas del ejército y de la policía uniformada durante
el primer gobierno de Arturo Alessandri Palma.
Y no olvides la invitación del CEILER para el lunes 4 de marzo de 2019, a las 19,30 horas en
el salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL (Brasil 153): Panel en conmemoración
del Centenario de la Internacional Comunista.
Un abrazo,
Iván Ljubetic Vargas
Hace 98 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
En enero de 1921, apenas
transcurridos cuarenta días de asumir la Presidencia de la República, el “León
de Tarapacá”, como habían bautizado a Arturo Alessandri Palma, mostró sus
garras. Y las usó contra los pampinos.
SE AGRAVA CRISIS DEL SALITRE
1921 se inició en medio de graves
amenazas de paralización de numerosas salitreras.
Hacia mediados de enero de 1921
la firma Gibbs y Cía., comunicó a míster Daniel Jones López (que era chileno y
administrador de la oficina San Gregorio del cantón de Aguas Blancas) que la paralización de la oficina se
cumpliría en los primeros días de febrero. Mr. Jones dio el correspondiente
aviso a los trabajadores, los que exigieron el pago del desahucio. Esto a
juicio de los empresarios era improcedente, tanto legal como moralmente, pues
habían dado con quince días de anticipación el aviso de despido.
A fines de enero, los operarios
de San Gregorio confeccionaron un petitorio en que demandaban el pago de un
desahucio y la cancelación de los pasajes hasta el lugar desde donde habían
venido. Lo presentaron al administrador
inglés, míster Daniel Jones, el que se manifestó de acuerdo con esas demandas y
envió el pliego de peticiones a Antofagasta, desde donde sería remitido a
Inglaterra. Explicó que él esperaba una
respuesta de un momento a otro. Los
pampinos resolvieron no abandonar la Oficina hasta obtener contestación a sus
reivindicaciones.
INTENDENTE ENVÍA TROPAS
También hacia fines de enero, el
intendente de la provincia, Luciano Hiriart Corvalán, ordenó establecerse en
San Gregorio a un grupo de cinco carabineros mandados por el teniente Lisandro
Gainza. Como la tensión continuaba, decidió reforzarlo con un pelotón de veinte
soldados al mando del teniente Buenaventura Argandoña Iglesias, del Regimiento
Esmeralda de Antofagasta (el Séptimo de
Línea). Éste arribó el a San Gregorio el 3 de febrero.
A las 5 de la madrugada, el
teniente acompañado de su tropa recorrió el campamento anunciando que a las 7
un tren los conduciría a Antofagasta. A esto se opuso Luis Alberto Ramos
Bustamante, miembro del Sub Consejo de la FOCH en San Gregorio. El tren partió con pocos pasajeros. A las
13:30 partió otro tren con las familias de algunos empleados.
SOLIDARIDAD DE CLASE
A las 15 horas del 3 de febrero
de 1921 comenzaron a llegar grupos de obreros portando banderas rojas y
cantando canciones revolucionarias.
Procedían de distintas oficinas
del cantón Aguas Blancas (como La Valparaíso, Eugenia, Maroussia, Pepita,
etc.), para solidarizar con sus compañeros e
impedir el desalojo. Todos conocían el significado que tenía la
presencia de tropas militares en las oficinas salitreras, cuando se discutían
los pliegos de peticiones o había vientos de huelga.
Según declaración judicial del
teniente Gainza, Argandoña había calculado 2.300 obreros. Estas columnas se
reunieron en la plaza donde se realizó una concentración para escuchar a los
dirigentes, que reclamaron la cancelación del desahucio y reafirmaron la
decisión de no abandonar la Oficina mientras la casa Gibbs no se comprometiera
a pagar.
FOCHISTAS INTENTAN EVITAR LA VIOLENCIA
Tratando de evitar algún hecho de
violencia, los dirigentes de la FOCH de San Gregorio se dirigieron a conversar
con míster Daniel Johnson, para inquirirle si había recibido respuesta.
Alrededor de las 5 de la tarde
una gran columna encabezada por los dirigentes de la huelga, seguidos por las
mujeres, los niños y, por último los trabajadores, se dirigió a la
administración. Los dirigentes pidieron hablar con Mr. Jones para entregarle un
petitorio. El administrador se
hizo acompañar por los tenientes Argandoña y Gainza.
El teniente Argandoña, al parecer
en estado de ebriedad, les ordenó prepotentemente no atravesar la línea férrea
que cruzaba el lugar, lo que no fue acatado. Los manifestantes formaron, luego,
un semicírculo para entrevistarse con Mr. Jones.
El obrero Casimiro Díaz, miembro
de la comisión negociadora, levantando su libreta reclamó la cancelación del
desahucio. Mr. Jones le expresó que aceptaba pagarlo, pero no en la Oficina
sino en Antofagasta. La reacción de los obreros fue rechazar esta oferta. Comenzaron los disturbios.
LOS OBREROS SE DEFIENDEN
El teniente Argandoña sacó su
pistola. Se escuchó un balazo. Eran las 17:30 del jueves 3 de febrero de
1921. De inmediato, militares y carabineros
comenzaron a disparar contra los pampinos allí reunidos. Cayeron muertos y heridos. Ello no intimidó a los atacados. Por el contrario, avanzaron contra las
fuerzas represivas, armados de herramientas, dinamita y algunas pistolas. Se produjo un encuentro que duró alrededor de
dos horas. Llegaron refuerzos de tropas. Los obreros, fueron derrotados. Los soldados remataban a los heridos, incluso
a los que se encontraban en el hospital.
El número de pampinos muertos alcanzó a 130. También cayeron el teniente Argandoña y,
desgraciadamente, míster Daniel Jones, el administrador, que se había entendido
con los operarios de la Oficina.
De acuerdo a la declaración que
hiciera posteriormente el sargento 2° Juan Reyes, el teniente Argandoña dio la
orden de disparar, desbandándose los manifestantes hacía el campamento. Pero
los más audaces enfrentaron a la tropa. Argandoña fue levemente herido en la
mano izquierda y se refugió en la oficina de contabilidad, disparando desde una
de las ventanas. Disparó su revólver cuatro veces contra los trabajadores.
TRABAJADORES DERROTAN A UNIFORMADOS
Los ánimos de los obreros se
enardecieron al ver caer a sus compañeros y, tras derribar la puerta de la
oficina de contabilidad, se abalanzaron sobre Argandoña y lo sacaron a la
fuerza, ultimándolo frente a la pulpería. La causa precisa y necesaria de la
muerte, según el informe del médico legista, fueron “las lesiones traumáticas,
dada su naturaleza y situación, recibidas después de las heridas a bala”. El
teniente de Carabineros Lisandro Gainza, cuya conducta fue posteriormente
motivo de críticas, “tomó su caballo y huyó desesperado por la pampa”.
Después de horas de perseguir a
los uniformados, los obreros se convencieron de la imposibilidad de su intento
y decidieron volver al campamento, por lo que los fugitivos pudieron llegar sin
problemas a las 9 de la mañana del 4 de febrero a Laguna Seca, donde supieron
que el mayor Rodríguez se dirigía con refuerzos a San Gregorio. ¿Qué había
pasado entretanto en el campamento?
LOS OBREROS PONEN ORDEN EN LA OFICINA
Abandonada la oficina por los
soldados y carabineros, los obreros encabezados por el dirigente de la
FOCH Luis Alberto Ramos se encargaron de
restablecer el orden, se hicieron cargo de la farmacia y la pulpería, con el
objeto de distribuir medicinas y alimentos. Como no encontraron al médico
Rodolfo Barrow que atendía la Oficina, el practicante Pedro Rivas se dedicó a
curar a los heridos. Al comprobar lo mal herido que estaba el administrador, le
puso inyecciones de cafeína con aceite alcanforado.
A las cuatro de la mañana llegó
el doctor Barrow, quien verificó que el pulso de Jones era cada vez más lento.
Un grupo de dirigentes llevó al administrador un papel en que se decía que al
solicitarle los obreros el desahucio, Argandoña les había disparado, el que fue
firmado por Jones junto con una misiva al jefe de las fuerzas que vendrían de
Antofagasta en que se le pedía abstenerse de hacer uso de las armas contra los
obreros. Antes de las 9 de la mañana los trabajadores de las otras oficinas
regresaron a sus hogares, por lo que cuando llegaron los primeros refuerzos, a
cargo del teniente Cristi, sólo encontraron a los pobladores de la Oficina San
Gregorio.
EL DÍA DESPUÉS
Un informe, de fecha 8 de marzo
de 1921, confeccionado por los dirigentes nacionales de la FOCH, Manuel Hidalgo
Plaza y Eduardo Bunster, expone:
"Al día siguiente de
ocurridos los sucesos, llegaba un nuevo destacamento de tropas, al mando del
mayor Rodríguez, quien había de cometer las mayores atrocidades que con los
obreros se había cometido en la pampa. Al grito de vengar al teniente
Argandoña, la tropa penetró a la sala donde estaban los heridos y a culatazos
destrozó las cabezas de los heridos que ahí se curaban".
Agrega: "Realizada esta
‘humanitaria’ labor hicieron irrupción en el campamento dedicándose a cazar obreros,
hasta el punto que los asesinatos cometidos en ese día fueron casi el doble de
los que hubo en el día de la refriega. De los oficiales que se caracterizaron
por su brutalidad contra los obreros debe citarse al teniente Troncoso, que no
pudo realizar su obra debido a la actitud del mayor Rodríguez".
ARTURO ALESSANDRI PALMA, EL
RESPONSABLE
Carlos Vicuña Fuentes en el II
tomo de “La Tiranía en Chile” afirma que
"el ejército fue a San Gregorio no a cumplir la función pública de
restablecer y resguardar el orden, sino a ejercer una innoble venganza,
doblemente ciega, porque no se sabía el verdadero motivo de la muerte de
Argandoña ni se cuidó de comprobar la relación mentirosa del cobarde teniente
Gainza".
Coincidiendo con Vicuña Fuentes,
Ricardo Donoso, en el tomo Segundo de su obra “Alessandri agitador y
demoledor”, afirma que el Presidente Arturo Alessandri “dejó que los militares
hicieran la subida a la pampa por su cuenta, sin el control de una autoridad
civil y que el Ejército fue a San Gregorio no a cumplir la función pública de
restablecer y resguardar el orden, sino a ejercer una innoble venganza,
doblemente ciega, porque ni sabía el verdadero motivo de la muerte de
Argandoña, ni se cuidó de comprobar la relación mentirosas del teniente Gaínza”.
OBREROS HERIDOS
ASESINADOS POR LAS GUARDIAS BLANCAS
Patricio Manns, al hablar de "San Gregorio: la primera de las seis
matanzas de Arturo Alessandri Palma", expresa que los heridos fueron
conducidos en trenes calicheros a Antofagasta. "Allí, los hombres, las
mujeres y los niños heridos, fueron atacados y varios de ellos muertos por las
guardias blancas, lo que puede revelar más claramente todavía la atrocidad con
que el Estado de Chile sellaba la suerte de sus trabajadores, pues las guardias
blancas actuaban con pleno acuerdo del ejército. Las autoridades de gobierno,
encabezadas por el presidente Arturo Alessandri Palma, felicitaron al
intendente de la provincia, Luciano Hiriart Corvalán".
LOS COMUNISTAS SOLIDARIZAN
Algunos heridos pudieron
salvarse. Fueron aquellos que sus compañeros, en un viaje pleno de esfuerzo y
heroísmo, lograron llevar hasta Antofagasta.
Allí los ocultaron en un altillo existente en el local obrero de calle
Covadonga Nueva, donde fueron atendidos por médicos, que llegaron secretamente.
Los comunistas colaboraron en el
auxilio de las víctimas, tanto de los heridos como de los prisioneros. Repudiaron la cruel masacre realizada por el
“León de Tarapacá”.
El dirigente obrero Salvador
Ocampo, en su trabajo “En tiempos de Recabarren”- relata que el fundador del
movimiento obrero “no era partidario de
la violencia a ese extremo, de ninguna manera.
Y cuando él supo que había sucedido esta masacre lo sintió mucho, lo
lamentó bastante. Pero al conversar con
nosotros, los jóvenes especialmente, él dijo que todavía podría haber habido un
entendimiento con la administración.
Pero si en realidad Argandoña sacó la pistola y disparó impunemente
contra los trabajadores, los trabajadores no tenían más que responder como
podían, con lo que podían”.
TEMOR ANTE UNA HUELGA GENERAL DE LOS TRABAJADORES
El Intendente Hiriart envió un
destacamento de 50 hombres con dos ametralladoras pesadas al mando del mayor
Arancibia y del capitán Contador a la pampa de Aguas Blancas. Una avanzada de
diez hombres a las órdenes del teniente Cristi partió en la madrugada en
dirección a San Gregorio. Al mismo tiempo, otras fuerzas partieron a diversos
puntos de la pampa con la orden terminante de hacer fuego sobre cualquier grupo
sospechoso que se presentase en el camino de Aguas Blancas. En Antofagasta, se
dispuso que guardias armados recorrieran las calles resguardando el orden y que
el comandante general de armas repartiese rifles al Cuerpo de Bomberos. Todo
estaba encaminado a evitar una huelga general.
El gobierno decretó el estado de
sitio para la provincia y llamó a las reservas del Regimiento Esmeralda. El 5
de febrero llegaron el vapor Huasco, con 79 soldados del Regimiento Coraceros y
el día 6 el crucero Esmeralda, con marinería y 270 hombres que fueron enviados
al interior, permaneciendo durante tres meses acantonados en el sector de Aguas
Blancas y Pampa Central.
OBREROS Y COMUNISTAS TENÍAN LA RAZÓN
En 1921, cien mil trabajadores de
la pampa fueron lanzados a la cesantía, sin pagarles desahucio ni ninguna otra
compensación, por Lock Out patronal.
Cuánta razón tuvieron los obreros de San Gregorio al exigir garantías
para los despedidos por el cierre de las faenas salitreras. De esta forma, las ilusiones que se habían forjado
miles y miles de proletarios con Arturo Alessandri Palma, desaparecieron como
pompas de jabón ya en el primer año de su gestión. En vez del prometido “cielito lindo”, se
encontraron con más cesantía y masacres.
Los comunistas estuvieron en lo
justo, cuando en 1920 no se dejaron embriagar con la demagogia del “León de
Tarapacá” y levantaron la candidatura de Luis Emilio Recabarren a la
Presidencia de la República.