sábado, 4 de noviembre de 2017

LOS SERES CONSCIENTES FORJAN LA HISTORIA (XVIII)





Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
 Luis Emilio Recabarren, CEILER

                       

CAPÍTULO XVIII: LA ACTUAL CAMPAÑA ELECTORAL Y LA LUCHA IDEOLÓGICA

Vivimos un momento de decisión. Ante cada ciudadana o ciudadano se presenta una primera disyuntiva: votar o no votar. Ello depende de su conciencia. Si tiene  una conciencia real, si piensa de acuerdo a sus intereses de clase, irá a sufragar.

Los trabajadores de todo tipo debieran votar por Alejandro Guillier.

¿Por qué?

Porque Guillier, candidato independiente, apoyado por los partidos Radical, Socialista, Comunista, PPD, MAS, e Izquierda Ciudadana, representa la continuación y profundización de los cambios realizados por el Gobierno de Michelle Bachelet.

Los dueños de las grandes empresas lo harán por Piñera. Ellos no se pierden. Pero son pocos. Sus votos propios no le bastan para triunfar.

Entonces necesitan distorsionar este cuadro, que corresponde a la realidad económico-social. Y aquí comienzan a jugar su papel  los medios de comunicación, que controlan casi totalmente.

La realidad muestra los efectos de la millonaria propaganda a que diariamente son sometidos los trabajadores. La mayoría de ellos no tienen conciencia de sus intereses de clase. Ello debido a que la conciencia del ser humano puede ser real o falsa.

Es real cuando interpreta consecuentemente sus intereses  de clase. La conciencia de clase es producto de la educación política, de la educación revolucionaria. Al tener una conciencia real,  es actor consciente de la historia.

Por el contrario, la conciencia falsa consiste en no comprender cuáles son sus verdaderos intereses. Vivir como pobre y pensar como burgués. Entonces se actúa inconscientemente, contra sus intereses. No les importará votar y si lo hacen, lo harán por cualquiera, porque todos son lo mismo.

Por esto, la principal  tarea de los sectores progresistas es transformar la conciencia falsa de los trabajadores en conciencia verdadera. Y el instrumento para lograrlo es la educación política, la lucha ideológica.

Hay que  pasar a la ofensiva, a pesar de los mínimos medios con que contamos.


La tarea del momento es transformar a todos los que viven de su trabajo en un ser consciente, para que así forje correctamente la historia de Chile.